jueves, 25 de agosto de 2011

LA TRATA ESCLAVISTA

Tráfico de esclavos para la América española:
El tráfico de esclavos en Africa, que primero habían dominado los árabes para vender su mercancía en los mercados mediterráneos, comenzó a caer bajo el control de los europeos durante el s. XV.

Empleo de esclavos en América:
Como mano de obra más apta se utilizó en toda América al negro esclavo. España fue la que menos se dedicó al tráfico negrero, limitándose a conceder licencias de entrada, inicialmente a los genoveses, después a las compañías alemanas y a los portugueses, y por último a franceses e ingleses; éstos obtuvieron la exclusiva en 1713 por el "derecho de asiento", hasta que se concedió la libertad en 1789. Aunque la entrada de esclavos negros fue general para todos los reinos y provincias de la América española, su número fue mayor en el área del Caribe y golfo de México, tanto por razones climáticas como por el rápido descenso de la población indígena en estas zonas.

Sustitución de la población diezmada en las Antillas:
La Española fue la isla más rápidamente colonizada y explotada. En 1502 Ovando implantó el sistema de los repartimientos, de consecuencias fatales para la población indígena, que fue diezmada por el trabajo forzado y por las enfermedades. Las discordias entre los colonizadores y la rápida extinción de los indígenas, dirigieron a los españoles hacia Cuba, cuya ocupación metódica había emprendido el adelantado Diego Velázquez (1510). En la primera mitad del siglo XVI imperó en Cuba una economía basada en la minería intensiva del oro, a base del trabajo forzado. Cuando en 1540-1550, agotados los yacimientos, fue suprimido el régimen de repartimientos, la población de las Grandes Antillas estaba aniquilada y tuvo que ser sustituida por mano de obra esclava. Igual suerte corrieron los indios de Trinidad y las Bahamas, donde de momento no hubo establecimientos coloniales permanentes, pero que sufrieron las incursiones de los cazadores de esclavos.

Fue en las colonias francesas (Haití, Martinica, etc.) y en las inglesas (Jamaica, Virginia, Carolina, Georgia y en general en el Sur de las Trece Colonias) donde el empleo de esclavos alcanzó mayor densidad.


La concesión de los asientos en la América española:
Los asientos fueron muy frecuentes en la América española hasta bien entrado el s. XVIII. Se aplicaban a materias muy diversas: la venta de determinados artículos (bebidas, tabaco, etc.), el abastecimiento de una población, las exportaciones mineras, etc. El más conocido e importante fue el asiento de negros, esto es, el monopolio de introducción de esclavos africanos en la América española. Aunque la primera concesión de este asiento fue hecha a favor de una compañía genovesa (1516), puede decirse que hasta 1640 sus beneficiarios exclusivos fueron los portugueses, sustituidos a partir de entonces por los neerlandeses, que explotaron este monopolio hasta 1695. Apenas subido al trono, Felipe V lo concedió a la Compañía real de Guinea (1701), empresa comercial francesa en la que tenía intereses su abuelo, Luis XIV. Una de las concesiones más importantes obtenidas por Gran Bretaña en la Paz de Utrech (1713), que puso término a la guerra de la Sucesión española, fue precisamente la de asiento, que se arrendó a la South Sea Company (Compañía del Mar del Sur). Los ingleses se comprometían a enviar a América un total de 144.000 negros en 30 años, a razón de 4.800 por año. El tratado autorizaba a la compañía a introducir las mercancías necesarias para el sustento de los negros en los puertos de desembarco: amparados en esta cláusula, los ingleses desembarcaron y vendieron gran cantidad de mercancías de primera calidad, que no estaban destinadas al consumo de los esclavos negros. El acuerdo de la Compañía del Mar del Sur fue renovado en 1748, por el tratado de Aquisgrán; pero en 1750 el soberano británico abandonó el derecho que había obtenido, mediante una fuerte compensación económica.

Período de decadencia del corso:
El corso euroamericano y mediterráneo entró en plena decadencia paralelamente a la de las viejas políticas económicas. También cesó el apoyo, al constituirse sus propios imperios coloniales por parte de los estados que fueron excluidos de la repartición del Nuevo mundo efectuada por el papado en beneficio de españoles y portugueses. El gran corsario se hizo entonces negrero, mercader o marino, mientras el corsario de poca monta se hizo pirata o contrabandista; las bases terrestres de bucaneros y filibusteros en las Pequeñas Antillas aceleraron su transformación en colonias de explotación normales -inglesas, francesas y neerlandesas- sin dejar de ser trampolines para toda clase de tráfico ilegal con los puertos coloniales del Caribe.

Duras condiciones del transporte (s.XVII):
El padre Alonso de Sandoval relata como testigo que los negros "van de seis en seis encadenados por argollas en los cuellos, asquerosos y maltratados, y luego, unidos de dos en dos con argollas en los pies. Van debajo de la cubierta, con lo que nunca ven el Sol o la Luna. No se puede estar allí una hora sin grave riesgo de enfermedad. Comen de 24 en 24 horas una escudilla de maíz o mijo crudo y un pequeño jarro de agua. Reciben mucho palo, mucho azote y malas palabras de la única persona que se atreve a bajar a la bodega, el capataz". Sobre un cómputo de 29 barcos llegados a las Indias de forma consecutiva, de los 7.143 esclavos en las lejanas costas de Africa, sólo 5.551 llegaron vivos. La travesía duraba 50 días desde Angola a Cartagena de Indias y 40 desde Guinea. Debido al elevado número de muertes se autorizó al principio un recargo del 20 por ciento sobre el numero de cabezas autorizadas por la licencia, en concepto de demasía para pasar más tarde al 40 por ciento. En los almacenes de destino fueron frecuentes las epidemias, incluidas las de viruela. Los esclavos continuaban viaje con destino a minas y plantaciones. De Veracruz a México aún quedaba un viaje de 17 días en mula. Desde Cartagena embarcaban para Buenos Aires, Tucumán y Potosí. La ruta a Chile era la más penosa. Comenzaba desde Portobelo a Panamá y después de cruzar el istmo se embarcaba en Callao.

Los barcos de la trata:
Los costos de la operación negrera resultaban elevados (licencias, registros, mercancía de trueque). Existía la obligación de armar el barco debido a la piratería para revender ilegalmente esclavos tomados como presa. Un patache de 30 toneladas debía llevar ocho mosquetes y dos arcabuces, tres arrobas de pólvora y dos de plomo. Si el barco es de 100 toneladas son obligatorias cuatro piezas de artillería, 150 balas, 15 mosquetes, 12 picas, un quintal de plomo y pólvora. Para amontonar el mayor número posible en las bodegas se hacían distintos sollados de madera, donde sólo cabían tumbados. De vez en cuando se les subía a cubierta donde eran obligados a realizar violentos ejercicios físicos para evitar que la inactividad menguase demasiado el tono muscular, del que dependía el precio de venta.

Dimensiones del más grande de los comercios de esclavos:
Hacia 1818 casi la mitad de la población de Brasil, que se componía de 4.000.000 de habitantes, era de esclavos, en 1847 más de la mitad de los 9.000.000 cubanos eran esclavos. Los franceses también se comprometieron en este comercio y llevaron muchos negros esclavos a Haití, donde en 1950 sólo 2000 de los 3.500.000 habitantes de la isla eran blancos y el resto eran descendientes de esclavos. En 1560 John Hawkins introdujo en Inglaterra el negocio esclavista. Durante el s. XVII la English Adventure Trading Company utilizaba la mano de obra de esclavos negros en su industria de la caña de azúcar en las Indias Occidentales. En el período 1700-86 unos 610.000 negros fueron transportados a Jamaica y 2.130.000 a otros lugares de las Indias Occidentales Británicas. El estallido de la Guerra de Independencia norteamericana dio fin, por algún tiempo, al comercio británico de esclavos en Norteamérica, donde los esclavistas habían ya transportado 500.000 personas. Pero el tráfico prosiguió y en 1800 había alrededor de 1.000.000 de esclavos negros en Estados Unidos, que en 1860 se convertirían en 4.500.000 dentro de una población total de 30.000.000 de individuos.

Holanda y Dinamarca:
Los holandeses, que asolaban el Africa, vendían la mayor parte de los esclavos capturados a los españoles, y en el s. XVII, al conquistar Indonesia, esclavizaron a su población. Ambos países actuaron de forma intensa, aunque Dinamarca lo hizo por poco tiempo. Holanda, con la disculpa de sus colonias en Oceanía compró esclavos en Costa de Oro y Guinea, para trasladarlos a sus posesiones en el archipiélago de la Sonda. Dinamarca sin ningún motivo especial, organizó una sociedad autorizada que actuó de forma tan atroz que pronto le prohibieron seguir (1754). Holanda llegó a obtener una especie de monopolio de la trata en el Indico hacia Nueva Guinea principalmente.


Participación de esclavos negros en la exploración americana:
Los españoles comenzaron a utilizar los servicios de esclavos negros en América en una fecha tan temprana como 1501. Cierto número de ellos participaron activamente en la exploración del continente. Y, a pesar de las tristes condiciones en que se les capturaba, transportaba y mantenía, muchos descollaron incluso desde el principio en la ingente tarea de la conquista del nuevo mudo. Así, hallamos mención de la presencia de esclavos negros en las expediciones realizadas en Guatemala, Chile, Perú y Venezuela; en las aventuras de Ponce de León en Florida; en la expedición de Ayllón, con Cabeza de Vaca y fray Marcos der Niza en el sudoeste de los actuales Estados Unidos. Con Alarcón y Coronado en Nuevo México y con De Soto en el Misisipí. Nuflo de Olano se distinguió como fiel compañero de Balboa en el camino hacia el océano Pacífico. En el lugar donde actualmente se alza Jamestown (donde en 1526 los españoles establecieron un fuerte, al que llamaron San Miguel de Gualdape) los esclavos negros desempeñaron un papel primordial en el establecimiento de la colonia, que finalmente, debido al trato cruel de que eran objeto, no prosperó. Quizás el personaje más destacable de entre los africanos, que colaboraron con los españoles en la exploración y conquista de América, fue Estebanico, verdadero explorador de lo que es hoy Nuevo México y Arizona. Nacido hacia 1500 en Azamor (Marruecos), era esclavo de Pánfilo de Narváez y como tal participó en la infortunada expedición que éste realizó a las costas de Florida. Tras embarrancar las naves en las costas de Texas y caer todos los miembros de la expedición como esclavos de las tribus indias, Estebanico acabó con unos pocos supervivientes que lograron volver a pie a las costas mexicanas. Por su valor y sus decisivas pruebas de inteligencia, convertido ya en compañero del tesorero de esta primera expedición, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Estebanico fue elegido para ir en busca unas famosa siete ciudades de Cibola. Pereció en el intento, pero su colaboración y el respeto demostrado por los jefes españoles, era un signo de las peculiares relaciones que, por aquellos años, se iban estableciendo entre los tres grupos de pueblos.


Encomienda: Trabajo indígena Dominicos de La Española (1511):
¿Estos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? pregunta Antonio Montesinos a sus feligreses. La actitud de los dominicos hacia el trato que daban los colonos españoles a los indios consiguió que se convocara la Junta de Burgos, de donde saldrían las famosas leyes de 1512 (promulgadas el 27 de diciembre) en que se legitiman las encomiendas, si bien reconociendo la libertad de los indios e imponiendo graves responsabilidades a los encomenderos; el dictamen de la Junta se resumió en siete puntos, que luego serían desarrollados en 35 leyes más cuatro complementarias en 1513. Estos siete puntos eran los siguientes:

  1. Los indios son libres.
  2. los indios deben ser instruidos en la Fe.
  3. los indios tienen también la obligación de trabajar, pero de modo que les sea provechoso a ellos y a la república, y que no les impida recibir la instrucción de la Fe.
  4. el trabajo debe ser soportable e ir acompañado de los necesarios descansos.
  5. además, deben tener los indios casa y haciendas propias con tiempo para labrarlas y conservarlas a su modo.
  6. tendrán comunicación con los cristianos.
  7. por último, habrán de recibir el salario conveniente por su trabajo.

Las Nuevas Leyes suprimen las encomiendas (1542):
La discusión que se centró sobre la legalidad, esencialmente desde un punto de vista cristiano, de la encomienda fue una de las causas de que la corona española promulgara las Leyes Nuevas de 1542, por las que aquélla, si bien no se suprimía, debía quedar extinguida a la muerte del posesor y no podían tener lugar nuevas concesiones; no podía obligarse a los indios a trabajos determinados ni podían ser reducidos a esclavitud. Mucho se ha discutido y escrito sobre si las Leyes Nuevas se practicaron o no. Los autores que se inclinan por creer que jamás fueron obedecidas citan con frecuencia la fórmula pregonada al comunicarlas a Benalcázar: "Obedézcase, pero no se cumpla". Aun en los textos de los historiadores actuales podemos encontrar esta dualidad.

Las encomiendas fueron también restringidas y sometidas a creciente vigilancia, aunque fracasaron las leyes que en 1542 intentaban suprimirlas; los encomenderos también fracasaron en su intento de que fuesen perpetuas; la encomienda de servicios personales fue desapareciendo para ser sustituida por la encomienda de tributos; el importe de éstos, inicialmente casi al arbitrio de los beneficiarios, fue moderándose hasta términos justos, procurándose que el importe del tributo se pagase en moneda y no en especie, para evitar fáciles abusos, y que no excediera de la cantidad que los indios pagaban en tiempos prehispánicos... Hacia 1570 se calcula que, de unas 23.000 familias españolas en Indias, sólo 4.000 viven ya de las encomiendas. A fines del siglo XVI, son en general una simple renta en metálico, mermada por algunas cargas fiscales; su número ha disminuido muchísimo y ya casi nunca implican autoridad directa sobre los indios. La edad de oro de las encomiendas ha concluido. (Céspedes del Castillo)

Persistieron las encomiendas, Y la verdad es que, si tenemos en cuenta la calidad de la mayor parte de los colonizadores, entre los que no había quien quisiese dedicarse a los trabajos agrícolas, difícilmente podía existir otra solución de orden económico. Por otra parte, el régimen de encomiendas no había de ser forzosamente un régimen de crueldad. Se comparó el encomendero al señor feudal, en el sentido que debía protección al encomendado, no en el de que ejerciera poder jurisdiccional sobre los indios. No podía tampoco enajenarlos ni expulsarlos de la encomienda. En teoría, la encomienda, pues, no involucra dominio. En la práctica distó mucho de ello (F.Soldevilla)

Aunque la conciencia del emperador y la de sus ministros se vio conmovida por los incesantes esfuerzos de Las Casas, es muy poco probable que se hubiesen llevado a cabo tantas realizaciones si la Corona española no hubiese estado ya predispuesta a favor de las ideas de Las Casas por motivos particulares menos altruistas. Para una Corona deseosa de consolidar y asegurar su propio control sobre los territorios recientemente adquiridos, el auge de la esclavitud y el sistema de encomienda constituía un serio peligro. Desde el principio, Fernando e Isabel se habían mostrado decididos a evitar el desarrollo, en el Nuevo Mundo, de las tendencias feudales que durante tanto tiempo habían minado, en Castilla, el poder de la Corona. (Elliot)